Notas sueltas para la reflexiòn electoral o polìtica

Sigo reflexionando sobre las elecciones en el Estado de México, y he escrito algunas notas sueltas al respecto. Les comparto tres. 
Nota 1: Edomex no es Oaxaca
Oaxaca es el mejor ejemplo que una elección de estado, con todos los recursos económicos y políticos de un gobierno,  no necesariamente le da el triunfo al candidato oficial.
En Oaxaca el candidato de la Oposición logró vencer todo un aparato gubernamental avocado a conservar el poder.
La experiencia oaxaqueña indica que no sólo se requieren los recursos del Estado para ganar una elección, sino la capacidad de emplearlos correctamente.
Se requiere ser eficaz para no dilapidar una importante cantidad de recursos puestos al servicio de un candidato.
Gran mérito tiene, por tanto, quién apoyado con los recursos de un Estado es capaz de ganar una elección y de no tirar a la basura ese apoyo, de no dejarse vencer.
Es el caso de la elección del Estado de México. El triunfo del PRI en las pasadas elecciones del 3 de julio tiene una alta dosis de eficacia de sus candidatos y sus operadores políticos.
No sólo lograron movilizar y llevar a las urnas la mayor cantidad de votos para el PRI en el Estado de México, sino penetraron en la mentes de miles de personas que creen que conscientemente han tomado una decisión de voto por la persona adecuada para gobernar la entidad.
Ni duda cabe que la elección del Estado de México fue una elección en la que se usaron más recursos que los autorizados,  que no fueron pocos, y en los que el PRI llevaba una gran ventaja de inicio por las fórmulas de asignación de dinero público establecidas legalmente:
La coalición Unidos Por Ti, encabezada por Eruviel Ávila pudo participar con financiamiento público casi (6 millones menos) equivalente al tope de gasto de campaña de 203 millones de pesos.
Esta coalición tuvo financiamiento público por 197 millones 394 mil 11 pesos. Ciento quince millones aportados por el PRI, 52 millones por el partido Nueva Alianza, de doña Elba Esther Gordillo, y 30 millones del Partido Verde Ecologista de México.
La coalición de Alejandro Encinas participó con 137 millones, es decir, con 60 millones de pesos que la de Eruviel Ávila. 
De esos 137 millones de pesos, el PRD tuvo financiamiento público por 71 millones 824 mil pesos, 32 millones 827 mil pesos el Partido del trabajo y 32 millones 803 mil 325 pesos el partido Convergencia.
El panista Luis Felipe Bravo Mena y su partido sólo pudieron participar con 96 millones de financiamiento público.
No creo que le importe mucho, pero el gobernador Enrique Peña Nieto perdió la oportunidad de probar su popularidad sin los recursos del Estado, de poner a prueba sólo la capacidad organizativa del PRI con los 197 millones de pesos que le dio el IEEM a su partido como financiamiento para campaña.
Quizá el producto fue el correcto, no así la forma de posicionarlo en el mercado electoral, porque significó un gran gasto para las finanzas públicas.  
Nota 2:  Tu futuro está en riesgo.
Evidentemente el dinero no es todo en una elección pero sin duda influye en muchos sentidos. Recientemente un líder opositor me ha dicho: “Si yo hubiera tenido el dinero que tuvo el PRI del gobierno, cuadruplico la cantidad de votos” ¿Será?
El PRI participó en Edomex con una estructura pagada pero alineada y organizada, y en muchos casos capacitada para sus fines, y lo que es mejor, convencida desde el principio de que eran los ganadores y, más aún, que sus líderes y su candidato triunfarían por nocaut, como fue.
Muchos son así, y resulta verdaderamente interesante verlos actuar, mirarlos hacer presión en la casilla, usar hasta el último segundo para incidir en la votación a favor, intentar anular los votos de los opositores por una mala marca, por un descuido, por lo que sea.
Justo es decirlo, también he visto muchos, quizá los más,  que respetan un funcionamiento adecuado de las casillas y que no hacen trampa en la elección.   
Esto habla de un ejército capacitado, y si consideramos que su presencia ocurrió en casi el cien por ciento de las 17 mil casillas, estamos hablando de una multitud de simpatizantes, militantes o empleados al servicio del PRI. Todos alineados por una causa. ¿Con dinero? Con lo que sea, pero alineados.
Me han dicho que si a los representantes del PRI en las casillas no les  hubieran pagado no hubieran ido a representarlo. Hoy empiezo a dudarlo.
 Creo, sin temor a equivocarme que la mayoría de ellos estaban convencidos de lo que hacían. Para muchos ser representante del PRI en la casilla era más que un empleo; era la posibilidad de ser parte, un actor fundamental de ese sueño creado por Eruviel y su publicidad, de pensar en grande.
Esa estructura en las casillas fue pagada pero también procurada. Cuidada. Adiestrada. Atendida por un mando inmediato que a su vez recibió lo mismo que daba.   
Del otro lado, es decir del PRD, porque el panismo prácticamente fue anulado, miles de perredistas  estuvieron en las casillas, no tantos como para completar siquiera el 70 por ciento de los necesarios.
De esos miles de representantes la mayoría   fueron  guerreros imbatibles que se murieron en la raya. Cada quién por su lado con los medios a su alcance con lo que pudieron defendieron su causa.
Otros miles desertaron de representar al PRD en las casillas, desalentados por líderes vendidos (que no comprados) al adversario y por capitanes y generales echados en una hamaca.
Resultan patéticas las historias de perredistas que llevaban comida para representantes de casilla, bajaban con ella y no había a quien entregarla. En muchas casillas no estaban y nunca estuvieron ni el representante y mucho  menos su líder.  
Funcionó tan bien la estrategia del PRI de presentarse como ganador desde el principio, que desde el militante más humilde del PRD y hasta los líderes de su cúpula partidista creyeron hasta el último minuto que perderían la elección. Mejor dicho, y hoy  me doy cuenta, nunca creyeron en la posibilidad real de triunfo electoral.   
En la elección del pasado 3 de julio en el Edomex el PRI mostró poder, estructura, disciplina,  organización, y hasta el representante más humilde estaba convencido que, como dijo Luis Felipe Bravo Mena, la victoria era suya.
No obstante, capitanes y generales no se confiaron, mantuvieron la tensión y la moral de sus  huestes en su límite para ganar la elección. Lo ejemplifica el mensaje de texto enviado por líderes a cientos o tal vez miles de movilizadores del voto priista a eso de las cuatro de la tarde: “Vamos perdiendo, saquen a más gente a votar, tu futuro está en riesgo”.
Nota 3: El mérito de dejar que el marketing opere a tu favor
El complemento mediático y propagandístico de la campaña simplemente fue excelente. Lograron que Eruviel Ávila tocara el corazón de la mayoría de las  personas.
Lograron que millones de personas  lo tomaran como el modelo a seguir, el  del hombre que soñó en “ser alguien en la vida”  y pensar en grande y que lo estaba logrando. 
Millones se miraron  en el hombre que ha logró escalar todo hasta llegar y aspirar a la gubernatura del Estado y que se coloca automáticamente  en la línea de la sucesión presidencial dentro de 6 años.  Y no dudemos que si se esmeran, si hacen las cosas bien, si aciertan en el marketing electoral como esta vez, en el futuro cuando se revise la historia, junto a la anécdota de Benito Juárez, del pastorcito de San Pablo Guelatao, Oaxaca,  que llegó a ser Presidente de México, estará la de Eruviel Ávila, el vidriero de San Pedro Xalostóc,  que también llegó a ser Presidente.
Alejandro Encinas, del PRD, optó por una estrategia propagandística diferente. La gente lo sancionó. Desafortunadamente Encinas no fue presentado en la propaganda con sus principales virtudes y valores personales.
La gente no pudo enterarse de la existencia de Encinas y de su trayectoria de trabajo desde abajo, sin ayuda, sin pertenecer a clase política alguna; tampoco de su larga vida llena de actos generosidad honestidad y de lucha a favor de los más necesitados.        
Varias empresas estuvieron detrás de Eruviel para mostrarlo con sencillez, pero como un hombre de poder. Lo crearon y recrearon.
Hicieron microanálisis de sus facciones y lo que comunicaban para hacer quirúrgico y aceptable su desempeño.  Prepararon sus movimientos, sus gestos. Cuidaron de forma impecable  su imagen pública, su lenguaje corporal, no verbal.
Y cuando tuvieron errores los convirtieron en fortaleza (recuérdese las chapitas que le pusieron en el segundo debate que fueron motivo de burlas, pero que asumió como error sin desgarrarse la vestidura y poniéndole incluso “chapitas” a su mascota).
Propagandísticamente el candidato del PRI fue el mensaje no el medio y, de esa forma, el líder, el hombre, el gobernante esperado. Y en todo esto Eruviel tiene mérito, el de propiciar, jugar y aceptar las reglas del moderno marketing electoral, que bien pudo haber desdeñado.
El medio fue “Pensar en Grande”, el método la saturación propagandística.
Luchó e hizo lo necesario para lograr su objetivo. Lo transmitió y logró convertirlo en el objetivo de muchos.  
Sí, con recursos de diferentes procedencias, pero llegó a cada rincón del Estado de México con un mensaje claro.
No dilapidó los recursos a su alcance para construir su derrota (como el PRI de Oaxaca hace un año), sino su apabullante victoria.

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