Anécdota sobre el Mexibus y la fuga de gas en Las Américas.


Finalmente, después de ir parado y apretujado en uno de los carros del Mexibus llegamos a la estación de la Vocacional 3. No había escuchado bien las indicaciones al subirme  y por eso tenía la esperanza de que el servicio estuviera hasta la estación Primero de Mayo.
Pero no. El Mexibus abrió sus puertas y una voz chillona empezó a decir: El servicio es hasta aquí, todos deben bajar, adelante hay camiones gratuitos que los llevarán hasta la estación Primero de Mayo.
La gente se agolpa en los torniquetes de salida ¿Qué pasa? No avanzan.
A la izquierda  frente a la vocacional, una decena de jóvenes intenta cruzar la calle.  Por un momento pienso que están en una manifestación y que ese es el motivo del tráfico sobre la avenida y de que la gente no avance hacia los camiones gratuitos. Y es que la última vez que vi una escena similar, una centena de personas, entre alumnos y padres de familia, protestaban frente al abuso de que querer indemnizar con sólo 5 mil pesos a los deudos de un estudiante que fue atropellado por el Mexibus. Pero no.

Pregunto al policía, al que identifiqué de la voz chillona, en dónde salen los camiones. “Siga a la gente, joven (uta, este wey, pensé, mientras me sentía una especie de lady de Ecatepec, pero es que no había otra opción más que seguir a la gente), aunque la verdad no va a encontrar porque son miles de personas y muy pocos camiones, pero si gusta se puede ir caminando por el carril del Mexibus,, así le está haciendo mucha gente”
¡Puta madre! ¿Caminar desde Voca 3 hasta Primero de Mayo, a estas horas,con el viento frío? Son tres estaciones Valle Ecatepec, Las Américas y Primero de Mayo, un kilómetro y medio. Ni madres.
Pero, finalmente, resulta la mejor alternativa. Cientos o miles de mujeres, niños y hombres hacían cola para tomar un camión. Resultó cierto lo que dijo el señor policía, no había suficientes camiones. Cientos caminamos por el carril confinado.
Pobre gente. Uno como quiera está acostumbrado a estas lides, pero  ¿y los viejos, y las mujeres y sus hijos? Mejor no pienso. Comienzo a caminar entre la gente mientras hago el recuento.
Tomé el Mexibus en el paradero de Ciudad Azteca. Decenas de personas estaban amontonadas  en torno a una joven que megáfono en mano anunciaba: “Hay una fuga de gas en Las Américas, no hay servicio ahí. Pueden tomar el Mexibus hasta Vocacional, ahí hay camiones de servicio gratuito hasta Primero de Mayo, ahí pueden volver a tomar el Mexibus para llegar a su destino”.
En ese momento eran las ocho de la noche. Algunos negocios en el paradero ya habían cerrado. Sólo seguía abierto el negocio  de papas fritas, palomitas, y chucherías, (por supuesto pasé sin detenerme) y  el que compone teléfonos celulares.
A esa hora muchas personas regresan de trabajar, se perciben los olores. La mayoría ha descendido del Metro para arribar al Mexibus. Es fácil deducir que vienen cansados, se mira en su rostro.
La mayoría hará un largo trayecto de 40 minutos o más para recorrer los 16 kilómetros y las 24 estaciones hasta llegar a Ojo de Agua. Los menos bajarán en la estación Hospital donde justo está el Hospital de Las Américas e intentarán atravesar a oscuras, en una especie de boca de lobo, pasando por el declive del terreno para atravesar las vías del tren y llegar a donde hay luz.
Pinche fuga de gas en Las Américas, todo lo que ocasiona.
No es la primera vez. Desde la construcción de los carriles confinados los ingenieros y sus jefes creyeron que sólo había un kilómetro de tubería de gas y eran siete. Y digo creyeron porque no hubo estudios técnicos. La obra se hizo al chilazo y por eso tanto retraso. Por lo menos eso fue lo que reveló la auditoría que practicó la Auditoría Superior de la Federación con sus más de 200 observaciones a la obra.


He comenzado a caminar por el carril. Mientras lo hago pienso en la irresponsabilidad de Gerardo Ruiz, Secretario de Transporte de Peña Nieto, al justificar el retraso de la obra: “Nunca hay plazo para terminar una obra, porque las obras no tienen palabra de honor”. Poca madre.
¿Cuánto le costó  al gobierno del Estado de México  el retraso en la obra? ¿Más o menos de 140 millones de pesos adicionales?¿Hay responsables de ese daño al erario?
Camino más a prisa que otros. Alcanzo a un señor al que veo desfallecer. El está bien. Es el que me informa que vio en la TV que unos trabajadores al estar en las obras de construcción de un puente rompieron un ducto de gas provocando la fuga.
Intento ayudar a una señora con un niño de tres años que se ha sentado a la orilla a descansar, me pide agua. Afortunadamente la acababa de comprar ¿Dónde está protección civil? Pendejo, seguro están en la contingencia, ¿a poco la gente los necesita, si sólo es gente?
Me llama la atención una mujer  que camina despacio muy mona, con sus zapatillas y su traje sastre. Me da la impresión que quisiera traer unos zapatos “urbanos” como los míos, de esos todo terreno, rudos, aunque sin duda le quitarían su estilo sexy.
Pasan unas cuantas patrullas. Caminar fue la mejor opción porque después de varios minutos  sólo han pasado tres camiones repletos y con gente en calidad de sardina.
Está muy oscuro. El viento frío corta la cara y hiela las manos. Somos decenas, centenas o millares los que caminamos por el carril del Mexibus. Huele a caño. Es el canal que corre en paralelo.
Pasamos por uno de los “N” puentes inservibles hechizos que pusieron y que nadie usa. Otro gasto innecesario. En tanto, no dejo de pensar en el reto a Peña Nieto y a su Secretario de Transporte para que se atrevan a cruzar por ahí para que al bajar digan si permitirían que sus esposas, hijos e hijas, los usaran como  tantas personas obligadas por la necesidad.
Han pasado 45 minutos de trayecto en la oscuridad de la noche. Las gotas de sudor han comenzado a resbalar por el rostro.  Extraño mi agua. A la altura de Las Américas ya no se puede seguir por el carril confinado. Un grupo de desanimados policías indica que hay que rodear la plaza.
Finalmente llego a Primero de Mayo y con ello a mi destino.
Mientras miro a los cientos que se arremolinan nuevamente a la entrada del Mexibus para continuar su viaje pienso, Dios los Bendiga. 

Comentarios

  1. Ni modo mi estimado Miguel Ángel, lo positivo es que pudiste caminar los 45 minutos sin mayor sobresalto. Y que decir de los demás, algunos no protestan por más que sufran,asumieron que nada puede cambiar. De Peña y su gabinete que de bueno puedes decir, lo menos grave es que son unos ineptos. Pero hay, más mucho más, y pues sí, que Dios los bendiga.

    Un saludo

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  2. Y otra cosa, en tus datos personales dice "Avocado" a asuntos... entiendo de que hablas pero se escribe "Abocado".

    De nuevo un saludo fraternal

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