42 cosas que pienso ahora que ya entre a la guerra

42 COSAS QUE PIENSO AHORA QUE YA ENTRÉ A LA GUERRA
    
    Casino Royal de Monterrey después del atentado.
  1. Con verdadero dolor, coraje e indignación observé la noticia del atentado en el Casino Royal de Monterrey.
  2. Son sentimientos y emociones no muy distintos a los que millones de mexicanos hemos tenido por varios años, meses o días desde que el flagelo de la delincuencia organizada actúa impunemente en el nuestro país.
  3. Son producto del clima de violencia y muerte que ha azotado al País y de la actuación y lucha o guerra que lleva a cabo el gobierno de la República, principalmente.
  4. Frente a ello el reto es mayúsculo: Nada más ni nada menos que regresar la paz a los mexicanos y lograr la coexistencia pacífica.
  5. Son delincuentes los que han venido a trastocar la paz y a matar y han iniciado el baño de sangre. Su ideología sólo es el dinero fácil, la vida de excesos y placeres a costa de la destrucción otros, es el uso de las armas para imponer su superioridad y esconder sus miedos, es la de controlar por la fuerza a los demás para garantizar sus sustentos.
  6. No les importa matar. No sienten remordimientos al hacerlo, su moral está a toda prueba, aunque cuando los detienen se orinan en los pantalones.
  7. Han crecido durante muchos años y son tan hábiles que se han hecho de recursos y medios, han penetrado instituciones, y se han hecho dirigir, en muchos casos, desde ellas.
  8. Se multiplican por doquier. Son un monstruo de mil cabezas, con frecuencia protegidos desde los propios gobiernos.
  9. A ellos el gobierno de Calderón les ha declarado una lucha que tiene tintes de guerra de caricatura, porque no la ha tomado en serio: Ha dado mil batallas obteniendo sólo victorias pírricas en algunos casos. Era una guerra sin el apoyo de su pueblo, el único capaz de ayudarle a vencer a este poderos enemigo.
  10. Calderón debe sentirse feliz, ya estamos todos metidos en la guerra, porque los miles de muertos en el País y lo ocurrido ayer en el Casino Royal de Monterrey no dan lugar a dudas de que la patria y su gente, todos, están, estamos, en riesgo.
  11. No dejaré de reprocharle a Calderón y su séquito que lograron meternos a su guerra. Está bien, pero deben saber que a la primera oportunidad buscaremos que sean otros los que dirijan la estrategia para obtener la paz.
  12. Y como ya estamos metidos en esta guerra es necesario hacer algunas definiciones importantes: La guerra, desgraciadamente, es un hecho contundente. Tendremos que aprender a vivir con ella y adaptarnos para sobrevivir. La guerra concluye cuando el Estado se imponga, se acabe con los delincuentes, y retorne a México la tan anhelada paz. La guerra no la termina el Estado, no hay tregua porque eso implica rendición del País sobre las bandas de delincuentes; tal vez, sí, amnistía para los que depongan las armas y quieran el retorno a la paz.
  13. Tenemos que hacer el quite porque la defensa de la patria y de la coexistencia pacífica nos corresponde a todos. No olvidemos que los delincuentes quieren imponer una coexistencia en donde los más afectados son los niños y los jóvenes, donde no hay libertades o donde las libertades las establecen ellos.
  14. Hemos llegado al momento en el cual debemos optar entre la esclavitud a la delincuencia organizada que de facto nos ha suspendido garantías individuales y asesina en masa, o un México libre para las futuras generaciones.
  15. Hemos llegado al momento de optar por una coexistencia pacífica de subordinación al narco y la delincuencia organizada a cambio de preservar la vida, o una coexistencia pacífica en la que se subordine la delincuencia y se haga pagar por delitos.
  16. Millones preferimos la libertad al sometimiento a seres sin escrúpulos, sin amor por la vida, dispuestos a vulgarizar la condición humana de la forma más vil.
  17. Los que perpetraron lo de Casino Royal y los que han cometido asesinatos, ejecuciones, extorsiones, secuestros, actos de delincuencia, no debieran tener un solo segundo de tranquilidad en sus vidas. El estado y la sociedad deben actuar con toda la fuerza existente para perseguirlos, detenerlos, castigarlos y erradicarlos.
  18. Por eso, ya que nos han metido en esta guerra, y en mi humilde condición de ciudadano hago un llamado a las autoridades y a la sociedad a actuar con fiereza e inteligencia contra este flagelo de los mexicanos.
  19. Entendamos que lo de Casino Royal en Monterrey no es ni será el único acto en el cual se asesinará en masa. Después de este monstruoso hecho vendrán otros porque si la acción fue contra el Estado, contra el gobierno, entonces los delincuentes sólo cumplieron una misión, y esperarán el momento oportuno para volver a atacar. Si fue un asunto entre bandas, seguro habrá una reacción para afectar al contrario.
  20. En cualquier caso, gran parte de la respuesta para la destrucción del flagelo está en el pueblo.
  21. Es claro que los delincuentes de Casino Royal y de miles de hechos delictivos más se están mimetizándose en el pueblo. El pueblo sabe dónde están, quiénes son, dónde actúan, cómo viven; pero el pueblo sólo actuará si confía en las instituciones de la República.
  22. Aquí el gobierno tiene un punto a favor: Los delincuentes no gozan de la simpatía del pueblo, porque su causa es el dinero fácil, la vida desparpajada, los placeres mundanos, y porque actúan afectando a las personas.
  23. Los gobiernos de la República, de los Estados, de los Municipios, debe dar las garantías necesarias al pueblo para que informe, denuncie y entregue a los delincuentes, y la garantía de que no habrá repercusiones adversas.
  24. El Presidente, los gobernadores y los alcaldes deben entender que hace mucho que los mexicanos perdimos la confianza en las instituciones. Se requieren acciones con inteligencia. Propongo, el establecimiento de un Consejo de Notables de trayectoria intachable, para que sean ellos a los que la sociedad pueda dirigirse para hacer denuncias y para que sean el mecanismo de seguimiento de las denuncias ante las instituciones de la República.
  25. Pero también el gobierno de la República debe dar los medios necesarios al pueblo para combatir frontalmente el crecimiento de las bandas delictivas, es decir, aplicar las acciones y recursos necesarios para cambiar las graves condiciones de pobreza e ignorancia que originan que miles de jóvenes estén a sus servicios, porque el problema no se termina con la aniquilación de los líderes de la delincuencia organizada, como se ha querido hacer ver por el gobierno calderonista.
  26. Toda la fuerza del Estado contra el flagelo. Toda la fuerza de un pueblo, de la sociedad, contra él.
  27. Un llamado a los funcionarios públicos para que no pongan su capacidad de demagogia al servicio de la condena de los actos terroríficos, sino al servicio de la paz, y nos indiquen que hacen ellos para lograrla.
  28. Un llamado para que ayuden a preparar al pueblo para repeler acciones violentas y para entrar a esta guerra real. Superen el grave error de haber iniciado una guerra sin la conciencia del pueblo de que entraría en ella. Y si no están dispuestos a encabezar con fiereza y a dar la vida para garantizar la paz y la tranquilidad de los mexicanos, renuncien.
  29. Y si no sienten el odio, la indignación y el coraje a este enemigo brutal absténganse de encabezar esta lucha, porque sus palabras y sus llamados sólo sonarán ridículos y sólo provocarán perdida de tiempo a la sociedad que con toda seguridad los rebasará.
  30. El llamado es a las fuerzas del orden a que actúen con fiereza contra los delincuentes. Con más de la que ellos imponen en cada acto delincuencial, con firmeza, sin errores, con la conciencia del deber y la disciplina necesaria para actuar.
  31. En mi calidad de ciudadano de la República ruego a los funcionarios y representantes de las instituciones de la República que enarbolen con gallardía la causa pacífica de la sociedad. Que dejen atrás prebendas corruptelas, pleitos, y trabajen para que los ciudadanos podamos estar en paz en cualquier lugar del País.
  32. Hagamos entender que la sangre derramada no sólo es de delincuentes. Basta del discurso mojigato de que la mayor parte de los muertos son entre bandas rivales. Los miles de muertos son mexicanos. Basta de derramar la sangre sobre nuestro territorio.
  33. Los llamo a que no minimicen los hechos y entiendan que lo ocurrido en Monterrey, en Coahuila, en Sinaloa, en Acapulco, e Huixquilucan, en Chihuahua, en Durango, en Zacatecas, en cualquier parte del territorio nacional no son hechos aislados. Y a que vean que nuestro país, efectivamente, vive un baño de sangre.
  34. Nos tienen como aliados, porque los ciudadanos nos negamos a vivir escondidos en nuestras casas, a no abrir nuestros negocios, a no producir, a no llevar a nuestros hijos a la escuela, a no salir al cine, a los espectáculos, a los estadios, a no hacer deporte. Nos tienen como aliados porque nos negamos al encierro y a vivir con miedo.
  35. Por eso les ruego sean dignos dirigentes de esta lucha del pueblo. Hagan atrás las diferencias ideológico partidistas, y déjenlas para las elecciones. No es su hora. Es hora del pueblo. Búsquense métodos para la reconciliación nacional, déjese atrás el encono, la lucha por el poder por el poder, el pueblo sabrá aquilatar y reconocer actitudes de esta naturaleza, antes de que después no exista poder sino anarquía.
  36. Para unos, las estrategias de esta guerra “estúpida” son buenas, para otros no. Eso no importa si quienes dirigen la estrategia tienen la humildad de reconocer que existen otras posibilidades de llevarla a cabo; y tampoco importa si quienes la critican toman conciencia de que no está en sus manos dirigirla. Lo importante es no perder de vista que hay un flagelo con el cuál debe acabarse.
  37. Que sea la paz la misión. El camino. El eje de todas las acciones. La única opción.
  38. Ciudadanos de México: Esto quizá es un llamado desesperado, pero tenemos un papel que cumplir en esta guerra de la que ya no nos podemos evadir. Hagamos nuestra parte. Hagamos lo necesario para evitar que nos arranquen a nuestros niños y jóvenes hacia el narco y las drogas y la delincuencia organizadas.
  39.  Denunciemos. Usemos las redes sociales para socializar la información sobre cualquier delito del que tengamos conocimiento; busquemos mecanismos para denunciar lugares de venta, lugares donde se concentren delincuentes. Exijamos. Demos a conocer movimientos extraños que puedan significar violencia. Evitemos caer en los juegos comerciales de los delincuentes (piratería por ejemplo). Actuemos con firmeza contra ellos como ellos lo hacen contra nosotros.
  40. Actuemos con inteligencia, porque ellos han llevado sus actos de barbarie y delincuenciales a nuestras casas, a nuestros lugares de diversión, a nuestros comercios, a nuestras empresas, a nuestros empleos, al campo….dificultemos su operación, sus formas de financiamiento. Hagamos que paguen un alto costo por sus osadías hasta que desistan o entiendan que no podrán con nosotros.
  41. No les demos pie a que se confundan en la masa.
  42. Y exijamos a la autoridad, a quienes tienen la fuerza de las armas, que combatan las causas y que les impidan, al mismo tiempo, tranquilidad para actuar. Los delincuentes no pasarán.

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