YA NO IRÉ A JAPÓN


Ya no iré a Japón
I
Lo bueno de la maestra Minerva era su minuciosidad para buscar material gráfico sobre lo que nos explicaba. Lo malo es que siempre me sembraba la inquietud sobre las cosas que pasaron o pasaban en el Mundo. Por ella pude conocer, en el sexto año de primaria, el famoso hongo que se formó cuando estalló la bomba atómica en Hiroshima.
Aún recuerdo el rostro de mi querida maestra mientras nos mostraba la fotografía, y por supuesto, recuerdo sus ojos mojados, sus lágrimas bajando por sus mejillas, el endurecimiento de sus facciones para hacerse fuerte y su decisión de no mostrarnos ni una foto más.
Palabras más, palabras menos, nos dijo:”Niños, cuando sean grandes, no permitan, que vuelva a ocurrir algo como lo que pasó en Hiroshima y Nagasaki”.
***
Obvio, al día siguiente y desde entonces, tratamos de ver y entender qué era eso tan grave de lo que nos habló en clase.
Pronto pude ver imágenes aterradoras y terroríficas del poder destructivo de la bomba y la energía nuclear.
Nadie en su sano juicio podría decir, como lo han hecho irresponsablemente los noticieros frente al apocalipsis de hoy en Japón, que sus efectos son sólo cancerígenos.
Las fotografías, los testimonios, la información médica, química, científica, biológica, médica, política, periodística, en una palabra,  todo, nos muestra una realidad aterradora, que trasciende el tiempo y el espacio, frente a la posibilidad de una explosión atómica en las plantas nucleares de Japón.
La bomba atómica que los Estados Unidos lanzaron el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima evaporizó a más de 80 mil de personas, de las cuales sólo quedó su sombra en pisos y paredes.
Calcinó. Mató a más de 140 mil personas y  provocó horrorosas deformaciones en el cuerpo de los sobrevivientes, muchos de los cuales quedaron cegados por la luz provocada por la explosión y luego murieron por las radiaciones.
Por si fuera poco los efectos trascendieron generaciones y aún hoy se pueden observar mutaciones terroríficas en nuevos seres.
Esto no quiere decir que, eventualmente, esto ocurriría en Japón si estallarán sus plantas nucleares, sobre todo porque las zonas se han evacuado, y la población ha desaparecido por los efectos del terremoto y el tsunami e hipotéticamente ya no hay vida humana en varios kilómetros a la redonda, excepto la de los ingenieros que aún intentan hacer algo para evitar el desastre.
Resulta inevitable recordar lo sucedido en Hiroshima y Nagasaki, pues, paradojas de la vida, Japón enfrenta hoy un grave problema nuclear porque está al borde del colapso la nucleoeléctrica Fukushima.   
Los muertos y heridos en Hiroshima y Nagasaki en 1945, fueron víctimas de la bomba atómica y la bomba H lanzadas directamente sobre la población. El objetivo fue matar a la gente y devastar las ciudades, cosa que los Estados Unidos lograron en cuestión de segundos. Dígalo si no ésta cronología, generalmente aceptada:
1.- A las 8:15 am se soltó la llamada “Little Boy (Bomba Atómica)” desde el famoso B29.
2.- A las 8:16:43 am la bomba estalló con la potencia de una explosión de 20 mil  toneladas dinamita.
3.- Milésimas de segundos después se desplegó una bola de color blanco como flash, con una temperatura calculada en millones de grados centígrados. Cerca de donde detonó la bomba se evaporizó en segundos a más de 80 mil personas.
4.- A las 60 milésimas de segundos la onda expansiva calcinó con radiación infrarroja todo ser a kilómetro y medio del estallido.
5.- Dos segundos después de la detonación de la bomba, la onda expansiva comprimida, denominada soplo de explosión, había destruido todo alrededor de dos kilómetros y medios de distancia, incinerando todo a su paso, destruyendo y convirtiendo materiales ligeros en una especie de proyectiles lanzados a gran velocidad.
6.- Antes de tres minutos ya se veía a 20 kilómetros de distancia el famoso hongo de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima.
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Millones de personas en el Mundo estamos al pendiente de lo que ocurre en Japón y acudimos a la transmisión televisiva de lo que muchos de ellos ya llaman su apocalipsis.
La situación en las plantas nucleares es noticia cada minuto. No dejo de mirar con tristeza como hay conductores de televisión que dan la impresión de anhelar que la nucleoeléctrica de Fukushima estalle para ser los primeros en informar al Mundo tan magno acontecimiento. ¡Qué horror!
La atención está centrada en la planta de Fukushima. Ya no son noticia las repercusiones del terrible terremoto, la devastación del tsunami, la gravedad de la situación por la que pasa la gente.
No. Ya no son noticia los fenómenos que nos recordaron la fragilidad humana frente a la naturaleza.
Me atrevo a decir que hasta el momento no hay nada en el mundo que el ser humano no pueda enfrentar; sin embargo, está claro que más allá del hombre, que es capaz de dominarlo casi todo, son las fuerzas de la naturaleza las que gobiernan el Mundo. Los cuatro elementos combinados aire, fuego, agua, tierra son capaces de destruir al hombre y sus creaciones.      
A las fuerzas destructivas de la naturaleza les ayudan la vulgaridad de la condición humana, expresada en corrupción.   
Por dinero, técnicos, empresarios, funcionarios y gobiernos, mintieron sobre las condiciones de seguridad de Fukushima y hoy nos tiene a todos en riesgo de las consecuencias de la radioactividad y de la pero contaminación de los mares en la historia de la humanidad.
La información en el Mundo da cuenta de cómo la empresa Tokyo Electric Power Co. operadora de la central de Fukushima, sus ingenieros, por años ocultaron datos y  falsificaron documentos, e hicieron prácticas deshonestas,    sobre el diseño y seguridad de la planta.  
Por supuesto que estoy molesto. Esos corruptos  hipotecaron nuestro mundo sano en aras de sus vulgares intereses.  
El fenómeno de corrupción en la planta de Fukushima en Japón es una gran lección para el mundo, que debe aprender que el monstruo de la corrupción termina por destruir a los propios corruptos.
A los corruptos de Fukushima no les quedará nada. Ni mar, ni tierra, ni gente, ni industria, ni carreteras, ni edificios, ni bancos,  ni comida, ni nada.
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Desde mi maestra Minerva nos enseñó lo de Hiroshima y Nagasaki, tuve el sueño  de ir a Japón. Eso y su cultura me cultivaron para anhelar pisar sus tierras. Quería estar ahí para conocer de cerca como un pueblo era capaz de superar una gran adversidad. Conocer de cerca su mentalidad y disciplina. Lo que les da esa fuerza motora que los convirtió  en potencia.
        Me emocionaba la idea de conocer y de estar en el Fuji, ese emblemático e imponente monte que sirve de inspiración a los japoneses, cuando se dicen que hay que ser tan alto como él.   
        Frente a los acontecimientos creo que, en definitiva, mi sueño ya no se hará realidad. Todo indica que ya no iré a Japón.
Ahora bien, todo indica que el sueño que puede  realidad es el de Akira Kurosawa, justo en la película Sueños, en la parte de El Monte Fuji en Rojo, en el que con maestría nos presentó una visión de un desastre nuclear.
En Sueños Kurosawa tiñó de rojo y destrucción el hermoso blanco del Fuji. ¿Qué cosas no? Es la primera vez en mi vida que deseo fervientemente que no se haga realidad el sueño de alguien…
En tanto, yo me quedó con el Popocatépetl, para ser tan alto como él…y con mi hermosa y eterna novia con la que tengo amoríos desde niño: Iztaccihuatl, la mujer dormida, con la esperanza que no se tiñan de rojo.

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